Tras 25 años de matrimonio, Rosa se divorció. Incluso a los 50, no es demasiado tarde para empezar a vivir para uno mismo

Rosa decidió dejar a su marido. Nadie la entendió y nadie la apoyó, porque, a primera vista, tenía una familia perfecta: un marido, dos hijos y hasta dos nietos. Pero Rosa tomó su decisión y se marchó. Incluso sus propios padres le dijeron que no apareciera por su puerta hasta que volviera con su marido. Pero nada detuvo a Rosa, y ahora dice que es verdaderamente feliz.

Su marido la trataba como a una criada. Rosa se levantaba a las 6 de la mañana, hacía el desayuno para todos y preparaba la comida para que su marido se la llevara al trabajo. En lugar de “gracias”, solo oía quejas. La tortilla no estaba salada, el té no estaba sabroso, el almuerzo no era lo que le gustaba. Su marido se iba a trabajar y entonces Rosa empezaba a preparar el desayuno para su hijo. Luego para su hija y sus nietos. Ella misma no tenía tiempo para desayunar, solo tomaba té o café en el trabajo. Por la tarde, después del trabajo, iba a la tienda, preparaba la cena para todos, limpiaba, lavaba la ropa y jugaba con sus nietos.

En algún momento, Rosa se cansó. Soñaba con una vida diferente. En casa la veían como una trabajadora que tenía que limpiar y cocinar. No tenía más que trabajo y rutina. Nunca salía a pasear, nunca iba a comprar ropa, nunca iba al cine. Tenía un buen sueldo, pero todo se iba en alimentar a su marido, a sus hijos, a sus nietos. Estaba harta.

Entonces quiso cambiar algo. Pero no sabía cómo. Una tarde, estaba sentada en el trabajo y no quería irse a casa. Entonces su jefe empezó a hablarle con sinceridad, con franqueza. Sabía que Rosa estaba casada y tenía familia, pero le dijo que quería casarse con ella de todos modos. Le dijo que la quería mucho y que soñaba con casarse. Añadió que esperaría todo el tiempo que fuera necesario.

Rosa se lo pensó mucho. Sin embargo, decidió divorciarse. Fue duro, pero al menos en su vejez quería vivir para sí misma. No para otra persona. Aceptó la oferta. Se mudó con Jack. Vivía solo en un apartamento grande. Y desde entonces, todo cambió para ella.

pexels.com

Empezó a vivir a sus anchas. Cocinaba solo cuando le apetecía para complacer a su nuevo marido. Una asistenta limpiaba el apartamento y la ayudaba a cocinar. Rosa empezó a viajar al extranjero, a ir al cine y al teatro. No escatimaba dinero para renovar su guardarropa. Empezó a vivir la vida que había soñado. Solo su hija comprendía su elección. Se alegraba de que su madre, incluso a los 50 años, pudiera vivir para sí misma.

¿Qué te parece?

Rate article
MagistrUm
Tras 25 años de matrimonio, Rosa se divorció. Incluso a los 50, no es demasiado tarde para empezar a vivir para uno mismo