Después de 20 años de matrimonio, lo eché con sus pertenencias

Mi marido y yo llevamos casados casi veinte años. Llevar tantos años juntos y seguir sin entender qué clase de persona está a tu lado. Cuando eras joven, siempre olvidabas rápidamente sus insultos, pero a medida que te haces mayor, ves que es avaricioso, perezoso y demasiado aficionado a la cerveza. Pero ni siquiera esto me hizo divorciarme de él. Pero sus mentiras fueron la gota que colmó el vaso. Mal disimuladas, cínicas, desagradables.

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El día de Año Nuevo, mi marido estaba en el trabajo. Mi hijo y yo nos preparábamos para la fiesta. La mesa ya estaba puesta, esperábamos … Sexto … Séptimo … Décimo … Doce … Campanadas … Buenos días, y mi marido sigue desaparecido. Intenté llamarlo un millón de veces, pero no contestaba. Luego cogió el teléfono y dijo que estaba en camino. Y entonces el abonado estaba fuera de la zona.

Empecé a llamar a amigos, al hospital y a la morgue. Pero nada.

Apareció en la tarde del 2 de enero. Me explicó que estaba en una “casa de monos”. Y al cabo de un rato me enteré de que el hombre estaba de fiesta en una sauna con unos amigos que no conocía.
Así que uno de los presentes lo llevó a su casa después de la sauna, donde “celebraron” la fiesta durante casi dos días.

Luego se dio la circunstancia de que por la noche, sin previo aviso, el hombre se marchó en coche a alguna parte y no volvió hasta por la mañana. Por supuesto, esta vez apagó el teléfono.

La gota que colmó el vaso fue cuando encontré en el garaje una caja con un teléfono muy caro destinado a mi amante por su cumpleaños (había una nota, así que me di cuenta de que no era un regalo para mí). Y hace poco le pedí dinero para unos zapatos. No me dio nada, diciendo que mi sueldo se había retrasado.

Fue terriblemente ofensivo y doloroso. Ese mismo día le eché con sus cosas. No te diré cómo suplicó y pidió perdón, ya no importa.

Finalmente me di cuenta de que no viviría con ese hombre. ¡JAMÁS!

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