Viviendo con mi suegra: cómo convivir con ella convirtió mi vida en un infierno diario

**Cada día con mi suegra: cómo convirtió mi vida en un infierno**

Ningún día sin mi suegra: cómo esta mujer transformó mi existencia en un calvario.

Cuando Álvaro y yo nos casamos, nuestra primera decisióny la más sensata, o eso creía entoncesfue vivir lejos de nuestros padres. Él trabajaba como ingeniero en una empresa privada de prestigio, y yo invertí mi parte de la venta del piso de mi abuela en una hipoteca. Comenzamos a construir nuestro hogar, soñando con tranquilidad, amor y una pequeña familia propia. Pero quién iba a imaginar que su madre acabaría instalándose con nosotros

Físicamente, no vivía bajo nuestro techo. Sin embargo, su presencia se sentía en cada enchufe, cada armario, cada cucharilla. Ninguna decisión escapaba a su intervenciónya fuera comprar una cafetera, unas cortinas o un simple felpudo.

Si me atrevía a mencionar cambiar las cortinas, aparecía al instante, armada hasta los dientes: carpetas, catálogos y consejos interminables. En Navidad, escribía guiones como si organizáramos una obra de teatro. Una vez, habíamos planeado pasar Nochevieja en una cabaña en la sierra con amigos. Todo estaba reservado, la comida comprada, el transporte organizado. Pero ella montó un espectáculo que hasta Lorca habría aplaudido. Lágrimas, reproches, lamentos: «¡Una noche tan especial, y abandonáis a vuestra madre!» Al final, nos quedamos en casa, el dinero perdido, mientras ella criticaba a los artistas de la tele, sentada en su sillón como una reina.

Cuando por fin quedé embarazada, Álvaro y yo quisimos convertir la habitación de invitados en un cuarto para el bebé. Apenas lo comentamos Y a la mañana siguiente, ahí estaba ella, en el umbral, con dos albañiles y rollos de papel pintado bajo el brazo. Ni siquiera pude abrir la bocalas obras ya habían comenzado. Siguiendo sus planes. Sus colores. Su visión. Y yo, en mi propia casa, me sentía como una intrusa.

Le dije mil veces a mi marido que era demasiado, que ya no me sentía en casa, que quería elegir mis cosasdesde el papel pintado hasta el estropajo. Pero él siempre respondía lo mismo: «Mamá solo quiere ayudar. Tiene buen gusto. Todo lo hace por amor.» ¿Y el mío? ¿Mis deseos? ¿Mi gusto? ¿Acaso no valen nada porque no he parido a «un hijo tan maravilloso»?

Y llegó el colmo. Un día apareció anunciando triunfal: «Álvaro y yo nos vamos de vacaciones. A Grecia. Necesito desconectar, lo cargo todo sobre mis hombros.» Yo, ahí, con siete meses de embarazo, sin palabras. Mi marido balbuceó que no podía dejarla ir sola. Así que fui clara: si se iba con ella, que olvidara que tenía una esposa.

¿El resultado? Entró en casa gritando que era una celosa. Que ella había parido a mi marido y lo había criado, y que yo no era más que una desagradecida. Que yo no podía ir porque tenía «una tripa enorme», y ahora le impedía descansar después de «esta vida ingrata». En fin, que ella lo daba todo por nosotros, y nosotros

Ya no sé qué es justo o no. Estoy agotada de vivir en tres un matrimonio de dos. No quiero guerra, pero tampoco puedo aceptar esto. Me siento desaparecercomo mujer, esposa, futura madre. Temo que, cuando nazca el bebé, no solo elija los pañales, sino también su nombre, su colegio, sus amigos

Chicas, ¿algún consejo para sobrevivir a una suegra de oro? ¿O es batalla perdida y debo resignarme, sabiendo que estará ahí hasta el finalcomo una sombra, una voz en off, siempre más fuerte que la mía?

Decidme algo. Ya no sé cómo luchar contra este circo.

Rate article
MagistrUm
Viviendo con mi suegra: cómo convivir con ella convirtió mi vida en un infierno diario