Se encontró con una ex novia y se dio cuenta de que siempre quiso salir con gente rica

Rebecca y Max vivían en una pequeña ciudad industrial. Los padres de ambos se habían conocido en el trabajo en una fábrica, se hicieron amigos y presentaron a los jóvenes. Max se enamoró inmediatamente de la joven y bella chica. Le pareció muy agradable y amable, modesta y honesta. La invitó a salir y gastó toda su beca en ella, pero Rebecca lo rechazaba una y otra vez.

Sus padres querían que se casaran, estaban ahorrando para la boda, hablaban de tener hijos, y Rebecca se levantó y dejó a Max y dijo que no a su propuesta de matrimonio. Se dio la vuelta y se fue a otra ciudad, lejos de sus parientes y de su prometido no deseado, y Max sufrió durante meses por sus sentimientos no correspondidos. Finalmente, consiguió un trabajo. También se fue.

Salió con diferentes chicas durante un par de años, no creía que volvería a enamorarse, pero conoció a una chica increíble en una cita a ciegas. No sólo era modesta, sino también trabajadora. Se casaron rápidamente y empezaron a planificar los hijos. Max quería esperar al menos un año más para esperar un aumento de sueldo. Entonces decidieron ampliar la familia.

Unos meses después del nacimiento, tenía prisa por terminar una reunión con representantes de otros departamentos de la empresa, presentándose como nuevo director, y en la reunión conoció a Rebecca. Era la secretaria de uno de los supervisores más pequeños, y ella misma se acercó a Max al terminar el trabajo.

– ¿No estás ocupado? Tomemos un café, ¿te parece? – Ella le rogó por todos los medios que tuvieran una cita, primero haciendo que pareciera una reunión de trabajo y luego una amistosa, pero Max se negó.

Rebecca lo persiguió durante semanas. De repente empezó a hablar de amor, de la boda, que ella rechazó porque no estaba preparada.

– Lo siento, me estás retrasando, y tengo una esposa y un niño pequeño en casa -le cortó Max-. – No hablemos del pasado, ¿de acuerdo? Ya no tiene ninguna importancia.

Con el tiempo, Rebecca se quedó atrás y se cambió a otro hombre que dirigía un montón de proyectos. Los malos rumores llegaron a Max: como que Rebecca se reúne con mucha gente para llegar a los empleados más veteranos y conseguir un prometido más rico. Casi todo el mundo en la empresa sabe que ella sólo está en esto por el dinero.

“Ella no ha cambiado, así que… Y menos mal que no funcionamos”, pensó Max, recogió sus cosas y se dirigió a toda prisa al aparcamiento, a su coche. En el camino, marcó a su amada, preguntándole qué podía traerle para la cena y le pidió que besara al bebé por él.

 

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