Estoy embarazada de mi segundo hijo. Ahora estoy embarazada de seis meses. Como puedes imaginar, ahora mismo estamos pasando por un periodo en el que el dinero entra y sale. Pero la historia tiene que ver más con otra cosa. El otro día mi marido llegó a casa del trabajo y lo anunció:
– Mi madre y María (la sobrina de mi marido) vienen a vernos. Pero tú no te enfades. No puedes. Yo me encargaré de todo, ella no dirá ni hará nada.
– ¿No se le permite? Sí, y te molestas.
Mi marido tiene un hermano mayor. No trabaja, vive con su madre, tiene 3 hijos, pero no ha ganado un centavo en su vida. Por los 3, puedes decir con seguridad, que mi esposo y yo pagamos por los 3.
– Sólo que no le das dinero, por favor, – dije, – allí, mi hijo necesita comprar una chaqueta, y no puedo entrar en un viejo abrigo.
– Vamos mañana para la ropa nueva, y al mismo tiempo y comprar algo para la mesa. Mamá sigue yendo, no podemos encontrarnos con ella con la mesa vacía.
Mi hijo y yo regresamos a casa felices. Mi marido nunca nos niega nada, siempre hemos tenido suficiente atención por su parte. Mi suegra entró e inmediatamente se indignó por mi barriga. No creía que necesitáramos un segundo hijo en este “momento difícil” y nos dijo que nos deshiciéramos del bebé, pero no la escuchamos.
– Mamá, tengo dinero, puedo mantener a mi familia. Será mejor que pienses en tu hermano. Tiene tres hijos y no puede levantarse del sofá.
– De eso quería hablar, – comprendimos enseguida que la suegra, obviamente, no venía porque se aburría,
– Mónica (la mujer de mi hermano) está embarazada. Pedimos un préstamo – María no tenía nada que ponerse, y no podemos devolverlo.
– Lo sabía -dijo mi marido, y yo traté de no interferir en su conversación-,
– Mamá, yo también necesito el dinero. Ya está, mi hijo lleva una chaqueta nueva, ¿crees que le ha caído del cielo?
– ¿Para qué necesita una chaqueta nueva? Podrías habernos preguntado, tenemos chaquetas negras, podría haberlas usado, pero María…
– No es por eso que trabajo, para que mi hijo pueda usar ropa vieja. ¿Y María? Está muy bien vestida, no hay nada de qué quejarse.
– Hijo, a eso me refiero. Pedimos un préstamo para ropa para todos nosotros, pero no encontramos dinero en ningún sitio… así que pensamos que podrías ayudar.
– No deberías, mamá. Mi hermano no va a recibir dinero de mí. Deja que busque un trabajo, porque está sentado sobre tu cuello, y ya es un hombre adulto.
Mi suegra comprendió que su marido decía la verdad, pero no quiso herir al mayor, porque es una madre: quiere a los dos por igual, pase lo que pase. Mi marido compró los billetes a mi madre y a mi sobrina, las llevó a la estación de tren, pero no les dio dinero. Puede que sea egoísta, pero creo que todo el mundo debería cuidar de su familia por sí mismo, y no sentarse en el cuello de sus padres o esperar la ayuda de los parientes.