La suegra hizo todo lo posible para que su hijo volviera con su mujer. Y lo consiguió

María tiene 76 años. Poco antes de su cumpleaños, perdió a su marido. Qué dolor. No era el momento de celebrar nada. Sobre todo porque ella y Juan habían vivido juntos toda la vida y nunca habían conocido el dolor, ni siquiera habían tenido una pelea. Eran la pareja perfecta. Así se lo enseñaron a sus dos hijos, Sophie, que es mayor, y David, que es más pequeño.

Afortunadamente, Sofía tenía una familia maravillosa con su marido, minero, y dejó su casa por las montañas. Allí hay minas, su marido tiene un buen trabajo y dinero. De vez en cuando, su madre y su padre venían a visitarla. Y David empezó a vivir con su mujer y sus dos hijas no lejos del pueblo de su madre, en la ciudad más cercana.

Cuando falleció Juan, el marido de María, los hijos de su madre se ofrecieron a ir a vivir con ellos. Pero María no quería abandonar su hogar. Sobre todo porque era el lugar que le recordaba su vida feliz con Juan. Así que se quedó en su casa, criando ganado y arando el huerto.

Aquel día, María esperaba la visita de su nuera y su hijo. Pero por la mañana vio que solo había llegado su nuera. Alisa bajó del coche con expresión triste y una gran bolsa. María se reunió con ella en el porche y empezó a preguntarle qué había pasado. Pero Alisa se limitó a mirarla y le dijo que sería mejor hablar de esas cosas en casa.

Entraron y María puso en la mesa pasteles con bayas y té de hierbas. Preguntó a su nuera si quería más sopa. La sopa estaba deliciosa.

– “Mamá, no puedo meterme un trozo en la boca. Por favor, no te ofendas. Tu David me ha dejado. Y todo por un nuevo profesor que vino a trabajar a nuestra escuela. Nunca pensé que a los 50 años me quedaría sola de esta manera. Y tampoco pensé que David se atrevería a dejar a su familia. Todo empezó cuando una nueva profesora, diez años más joven que David, empezó a brillar con sus ojos. Yo le repetía que no era un comportamiento normal. Debía de sentirse halagado. Sí, soy irascible y nerviosa. Pero no era para menos: vi su deseo por él. Nos peleamos y ese mismo día se fue con ella.

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Su nuera empezó a llorar y María, aunque sorprendida por las acciones de su hijo, se recompuso.

– No llores, para. Vamos a prepararnos. Iremos a la escuela donde trabajan y lo arreglaré todo. Pero solo si estás dispuesta a perdonar a tu marido por su infidelidad y a no mencionárselo nunca.

– De acuerdo, mamá. Vámonos.

La nuera y su suegra se dirigieron al colegio donde trabajaba David, la nuera y divorciada. María entró en la sala de profesores como una auténtica furia. Preguntó quién era Marta. Y empezó a avergonzarla delante de todos sus compañeros. Algunos quisieron salir en su defensa, pero María es una mujer de las de antes. No dejó que nadie dijera una palabra. Y entonces su hijo entró en la sala de profesores. La madre llamó a su hijo fuera y le echó una buena bronca. Y al final añadió.

– “Si Alisa ya no es tu mujer, yo ya no soy tu madre. Vete a criar a los hijos de Marta si quieres. Podemos vivir sin ti.

David se lo pensó un rato y luego dijo que se había equivocado. Ese mismo día recogió sus cosas y volvió con su familia.

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La suegra hizo todo lo posible para que su hijo volviera con su mujer. Y lo consiguió