Nunca pensé que mis hijas me dejaron solo en una situación difícil, pero ahora veo lo equivocado que estaba

Hace poco, una amiga de mi madre se quejó de sus hijas. Me picó la curiosidad y le pregunté a mi madre por la situación. Resulta que la tía Lisa había ingresado recientemente en un hospital porque se encontraba mal. Su hija mayor la llevó allí, y su hija pequeña la llamó varias veces y la visitó una vez. La tía Lisa pensaba que sus hijas eran insensibles.

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En el pabellón de al lado había una mujer a la que visitaban constantemente. Venían sus nietos, su hijo le traía comida sabrosa y sana. Sus nueras la visitaban e intentaban animarla. Lisa miraba todo esto y sentía una envidia silenciosa. Así es una familia verdaderamente cariñosa y atenta, ¡no como sus ingratas hijas!

Sin embargo, la hija mayor de Lisa tiene dos hijos pequeños. No tiene con quién dejarlos, pues su marido trabaja de la mañana a la noche. Y, sin embargo, se las arregló para hablar con todos los médicos necesarios y conseguir sus números de teléfono. No pudo visitar a su madre, pero se aseguró de que tuviera suficiente de todo. La menor la llamaba a menudo, aunque tenía mucho trabajo.

También se pasaba por allí y le dejaba dinero a su madre para que pudiera comprarse algo en la tienda de abajo. Por cierto, el hospital tenía una buena cantina con comida deliciosa. Había dinero suficiente para casi cualquier comida. Lisa comía siempre muy bien. Pero no era suficiente para ella. Quería que sus hijas estuvieran con ella cada minuto libre.

Este comportamiento me parece infantil y egoísta. Las palabras de Lisa sobre por qué dio a luz a sus hijas me dolieron especialmente. Es completamente injusto, porque ¿acaso los padres dan a luz a sus hijos para que les sirvan el resto de sus vidas? Damos la vida a otras personas solo para traerlas a este mundo. No nos deben nada.

Por eso el argumento “doy a luz para que alguien me dé agua en mi vejez” no debería ser la razón principal para ser madre o padre. No funciona así. Esa motivación es puro egoísmo. El niño puede estar increíblemente agradecido por tu vida, pero no te pidió que le dieras a luz.

La tía Lisa me recordaba a una niña caprichosa. Sus hijas adultas intentaron cuidarla lo mejor que pudieron. Se aseguraron de que su salud fuera bien, de que tuviera algo que comer y de que la cuidaran. Sin embargo, ella es caprichosa y no ve estos cuidados. ¿Quizás el problema no esté en sus hijas, sino en su percepción equivocada del mundo?

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Nunca pensé que mis hijas me dejaron solo en una situación difícil, pero ahora veo lo equivocado que estaba